"Porque la aflicción no sale del polvo, ni brota de la tierra la molestia; sino que, como los relámpagos se levantan para volar por el aire, así el hombre engendra su propia aflicción. Ciertamente yo en tu lugar buscaría a Dios, y encomendaría a él mi causa".
Job 5, 6-8

mayo 10, 2012

FIN DEL MUNDO... ¿PARA QUIÉN?


Un señor, que se veía muy ilustrado, le comentaba a otro lo del calendario Maya y el fin de su cronología en el 21-12-12, yo que estaba muy cerca pregunté: “¿realmente ustedes creen en esas estupideces?” […] ¡Mierda!, me dieron una carrera, que si me hubiera quedado yo no sé que me hubiese pasado.  Pero está bien que me pase, qué tengo yo que meterme en lo que no me importa.  Total la gente cree en lo que le acomoda y le convence y cuando las cosas no terminan como creen entonces se justifican culpando a los demás…

Simón, siguió caminando como si aquel evento no hubiera pasado.  Y caminó hasta llegar a la puerta de su gran amiga Ada Mueller, que no discute con nadie.
—¡Hola Ada! ¿Cómo estás?
—¡Muy bien, Simón! pero deje su desparpajo.  Me parece que le va muy bien el día de hoy.  Se ve muy entusiasmado.
—Trato de mantener el entusiasmo.  En medio de toda esta locura… del fin del mundo y demás tonterías.  Las Iglesias tomando provecho de la ignorancia… Claro, quiero mantener el entusiasmo para contrarrestar toda esta parafernalia.
—¡Ignorancia, Simón, ignorancia!  Hasta donde nos llevará esta falta de educación.
—A mi me parece que el mundo cambiará.  Pero no porque Dios tenga en agenda la destrucción de su obra maestra.  Creo más bien que los "dueños del mundo"…
—¿Dueños del mundo? ¿Y quiénes son esos?
—¡Ay carajo, no se haga! Usted sabe muy bien quienes son.
—…Los dueños del mundo se dieron cuenta que distribuir es mejor que concentrar.  Se han dado cuenta que existen demasiadas riquezas en manos de muy pocos.  Y que de esto prolongarse por más tiempo, con la hambruna que se avecina, los muy muchos se levantaran contra esos pocos. ¡Qué miedo!
— ¿Y tú crees en eso Simón? Yo pensaba que tú eras más crítico y profundo.
—Sin ofender, eh, vamos a mantener la altura.
—Creo lo que dices.  Y me reservo lo del fin del mundo.  Pero eso de que estos señores le tengan miedo a nada.  Lo dudo.  Si usted observa bien, Simón, los últimos sucesos de unos años acá, a mí me parece más bien una reingeniería mundial.  Yo creo que se están haciendo los correctivos de lugar.  Pienso que todo estaba en agenda lo único que todavía no había llegado el momento.  Sabían del daño que causaban desde mitad del siglo pasado y ahora están tratando de corregir todos esos errores.  Me parece que estamos a la puerta de cambios globales importantes que no tienen que ver en nada con el fin del mundo, y si con el bienestar de ellos y sus intereses ¿actuará la mano invisible en este proceso?  Quiera Dios.
—Te fuiste lejos, Ada.  No tengo nada que agregar, lo dijiste todo.  ¡Contrale! Ya se me olvidaba.  Hablamos en otra ocasión.
—Usted siempre tiene algo.  Vaya bien.

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