—Confirme la orden señor.
—¡Dispare!, ordenó el Comando Central.
El general americano había precisado bien
las órdenes al francotirador, el objetivo era claro y evidente debía matar al
coronel alemán. Un disparo, un objetivo.
—Blanco eliminado, señor.
—Un certero disparo en la noche soldado,
con su entrenamiento, sabía que era pan comido.
Alabó al tirador con voz firme.
—Preséntese a las 0600 para encomendarle
su nueva misión.
A las 0500 el general recibe un telegrama
sin domicilio: «mi más sentido pésame General.
De noche todos los gatos se confunden».
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