— ¿POR QUÉ NO TE QUEDAS?
— PORQUE TEMO PERDERTE
Ding dong... ding dong...
La Dra. Ada Mueller, suspende el
fregado de la losa sucia del desayuno.
— ¡Un momento!
Seca sus manos para atender el
llamado de la puerta.
Tun, tun, tun...
— ¡Momento caray! ¿Quién será que
está llamando con tanta desesperación?
Apresura sus pasos lentos a la
desesperación del llamado.
— ¡Ay Simón! cuanto tiempo. Déjeme
verlo, déjeme tocarlo y dónde estaba metido mi gran amigo; no me diga
¿sicungunya? No me diga ¿de viaje? ¿Preso? Me doy como el Chavo.
—Ya terminó el bufeo, se la curó
conmigo, usté quiere que me vaya y vuelva nuevamente para que desaparezca la
sorpresa.
—Ah pero si usté lo va a coger a
mal me lo dice para que se devuelva por donde vino y no vuelva más.
Parado aun en el umbral de la
casa, la miro de arriba abajo con cara de arrepentimiento, entonces bajó la
guardia y comenzó de nuevo.