Oh Simón es usté,
¿cómo le va?
A mí siempre me va
bien.
¿Ya aprendió a usar
su celular?
Ja ja, gran vaina,
¿tú estás en tu casa?
Claro que sí, ¿para
dónde voy yo?
Qué se yo, una
mujer soltera se va pa dónde le dé la gana y no tiene que darle cuenta a nadie.
Ya termine, ¿para
qué usté me quiere?
Nada, que voy para
allá ahora.
Pues venga que usté
siempre es bienvenido.
—¡Ada, Ada!
—¡Ya voy, momento! Usté voló.
—Schsss... Mira lo que te traje.
—Ay Simón usté no tenía que ponerse a eso, gracias. Pase paca pala
terraza ¿quiere un jugo de avena con limón.
—Cómo que si quiero, ¿ya está hecho?
—Por qué usté siempre anda como al que lo andan persiguiendo,
los doce años pasaron hace mucho. No, no está hecho, déjeme ponerme a hacerlo, está en un momentico. ¿De dónde vienes? Tú como que estabas en sofoke.
—¿Cómo? Repíteme esa última frasecita.
—Qué es lo que van a repetir, no meeee... déjame callarme
—Deje la juntilla con esos tigueres que usté es una mujer de respeto.
—Yo me junto con quien a mí me parezca y usté no tiene que meterse en eso. ¿De dónde es que usté viene?, responda y deje de estar armando chercha conmigo.
—Estaba haciendo una diligencia ahí en la Cámara de Comercio, bájese que la cerveza es la única que se sube cuando está caliente.
—Párese un momentico Simón.
—Y ahora, ¿cuál es la jodienda?
—Que usté está sudando mucho y me le va a pegar ese sudor a los
cojines y al espaldar de la mecedora.
—Oye esto ahora, tú vas a dejar la mecedora pelá.
—A usté no le va hacer daño sentarse sobre el guano.
—Esto se jodió.
—¿Por qué? Porque a mí me gusta cuidar lo mío. A usté eso le puede
parecer que no es nada pero a mí sí. Párese de ahí y páseme una fundita de
limones de la nevera.
—Mierquina, que friito ma bueno, se ve que aquí tienen 24 horas.
—Gracias a Dios, esa luz no se va nunca y el día que se va viene de
una vez.
—Ustedes son unos privilegiados. Toma, agarra los limones.
—Cuénteme, qué hacía en la Cámara de Comercio.
—Nada, registrando una asamblea. Pero esa no es la noticia. La verdad
es que este país se jodió, Ada. Cruzando la 27 de Febrero para montarme en un
carrito público, veo a un amet que está parado en medio de la avenida
diciéndole afanosamente a un chofer de una yipeta negra qué no, qué ahí no se
dobla, ¿usté sabe lo que hizo el tipo de la yipeta?...
—Estoy esperando que usté me lo diga.
—Que bajo el vidrio y le enseñó una gorra negra con un distintivo ¿y
qué usté cree?...
—Déjese de estar preguntando tanto y termine.
—Mire, al ametmao le cambió el semblante, ¿usté se acuerda cuando nos
metían miedo con el cuco?...
—Ah pero va a seguir, termine y deje de decirle amemaos a los
policías de la Amet.
—Eh ombe, vaya pallá. El
ametmao se puso igualito que nosotros cuando nos metían miedo con el cuco, bajó la cabeza, como el que quiere esconder el miedo, se quitó del medio y dejó que
el tipo doblara como le dé la gana. Fue tanta la indignación del policía que en
la acera me miró y dijo, como para justificarse, “este maldito país debe
hundirse”.
—Bueno, Simón, es penoso pero esa es la realidad dominicana. Tú no
viste el video del sobrino de Monchy diciéndole mojón a...
—Coooomo Ada, dilo otra vez.
—Ay ombe, usté siempre está con un relajo. Mojón, eso era lo que tu querías oír..
—A mí me encanta oírte diciendo malas palabras, tú las dices con
tanta pena que parecen más un lamento que una indecencia.
—Tenga paque se calle.
—Esto sabe a jugo de sobre.
—Si ombe, esa avena nada más sabe a medicina. Eso sí, que no la
vuelvo a comprar más. Pues sí como le decía, eso es muy serio...
—El que la avena sepa a medicina.
—No ombe, lo de la falta de autoridad. Eso habla muy mal de nuestras
instituciones y de nosotros como ciudadanos, aquí cualquier pate burro con un
ranguito o un carguito se cree que está por encima de la ley. Pero peor son los
familiares de cualquiera de estos burócratas, esos dan galleta y hasta el
uniforme le hacen quitar en la calle a los infelices subalternos.
—¿Tú no viste el video de un carajo que le dijo comemierda a un
oficial del ejército? Mira Ada, aquí hay que tener sangr e’ maco para no
fracasar, porque a mí una porquería de hombre como el del video me dice
comemierda y le hago comer todos los dientes.
—Sí, el problema es que aquí nadie sabe quién es nadie. Usté hace eso
y ahí mismo lo dejan 30 días preso y después le quitan el uniforme.
—Coño Ada, eso es lo más cierto que hemos dicho esta tarde. Hasta que
aquí no se acabe esa vaina, esto va hacer muy difícil resolverlo. Aunque yo
creo que las cosas se arreglan fáciles, sólo dele a un policía inmunidad para poder multar a un superior y discrecionalidad
para que haga cumplir la ley y usté vera que se acaba la vagabundería.
—Tú si eres ingenuo Simón, con ese disquete que tienen los policías
dominicanos en el cerebro tú le pones todo ese poder en las manos, con los
salarios de miseria que reciben, y ahí sí es verdad que se picotea en grande.
Es educación lo que falta, E DU CA CION, Simón, no me voy a cansar de decirlo,
educación y de la mano con ésta, sanción. Un pueblo educado que sienta el peso
de la ley, que sepa que las malas acciones tienen consecuencias, difícilmente
se mete en problemas.
—Eso es así, las sanciones deben comenzar por arriba, pero cómo un
cabo o un sargento le pone una multa a un político o a un superior...
—Deme el vaso que lo va a dejar caer.
—Diañe pero tú si te has puesto vainita con todo.
—No Simón, lo que pasa es que yo no tengo un marido que me dé nada,
si yo no cuido lo mío nadie lo va a hacer.
—Ya está bueno de arreglar el país, yo me voy.
—Bueno sí, hablamos luego, no vaya a ser cosa.
—Ah pero tú crees que estamos en la era de Trujillo.
—Ahora es peor, con tantos trujillos...
—Nos vemos.